Hoy voy a hacer un truco, les voy a leer la mente. En algún momento de este fin de semana han pensado en películas de zombis. Han visto las noticias. Se han alarmado. Luego han pensado que todo es un truco mediático para distraer a la población. Alguien quizá les ha dicho que no puede ser, porque la OMS está metida en el asunto. Se han vuelto a alarmar. Luego han hecho bromas sobre las malas influenzas en las redes sociales. Han cambiado su status de facebook o adoptan el cubrebocas como si fuera parte de un dresscode estrafalario. Escriben en sus blogs. Hacen de los saludos sin contacto una gran ceremonia. Al final, se van a dormir, todavía desconcertados, esperando despertar sin estornudos.
La peste, la influenza española, la gripe aviar. Los terremotos, los tsunamis, los huracanes. Las catástrofes naturales. Me parece que lo más aterrador de todo esto no son las muertes (o no sólo las muertes), sino la pérdida de individualidad frente a un evento de proporciones globales. Dejaría de ser occidental si pensara de otra manera. La sola idea de muertes multitudinarias, cadáveres apiñados, bultos sin rostro sin palabras sin gestos... me hiela la sangre. Aislamiento, confinamiento, vacunación. Pérdida de la libertad, de la intimidad, de la capacidad de decisión. Como ratas de laboratorio. Como comparsas de película. Como zombis.
La verdad es que, salvo por el silencio, la ciudad parece estar bien. Salvo por el silencio...
Ahora, bailemos una polka para alegrar el corazón.
sábado, 25 de abril de 2009
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