No, en realidad no es para tanto, pero es divertido decirlo así, con ese tono trágico, como si se tratara de algo verdaderamente serio, un asunto de ascesis religiosa. Ni somos las primeras tres personas que han hecho esto ni seremos las últimas y probablemente nadie nos recuerde por esta hazaña y quizá, es más, a nadie le interese. Pero el hecho de tener que terminar Por el camino de Swann para el domingo, cuando voy en la página doscientos y tantas, con una semana llena de trabajo editorial —abrumante, monótono trabajo editorial—, me hace pensar que algo en esta vida tiene sentido. Hay algo todavía que vale la pena hacer y que le da sentido a las ojeras, al cansancio y a los bostezos que se escapan en manada mientras uno espera en la fila del banco: Proust.
Hoy me desperté a las cuatro y media de la mañana, en medio de un ataque de tos. Gracias a eso, estoy segura, podré terminar la novela. Sufriremos hasta desangrarnos, pero habremos leído a Proust. Después de esto, nunca volveré a ver Little Miss Sunshine con los mismos ojos. Y tampoco a los espárragos.
martes, 16 de junio de 2009
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Muchos posts y pocas páginas.
ResponderEliminar¿cuántas te tocan por día? ¿50?