En lugar de quejas vanas, citaré un ridículamente hermoso pasaje de A la sombra de las muchachas en flor:
"Y en lo que concierne a las guapas muchachas que veía yo pasar, desde el día que supe que aquellas mejillas podían besarse me entró curiosidad por su alma. Y el universo me pareció de más interés".
Quien diga que Proust es inmoral, no sabe nada. ¿Qué más se puede pedir a un escritor que convertir a un mujeriego en humanista?
miércoles, 15 de julio de 2009
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